El sensus Ecclesiae en la celebración del misterio

El sensus Ecclesiae («sentido eclesial») es ante todo una actitud vital que preside la vida del creyente. 

El papa Pablo VI, que llevó siempre muy dentro del corazón el tema del canto, nos habla del sensus Ecclesiae aplicado al canto y a la liturgia, y nos dice que sin el sensus Ecclesiae el canto, en lugar de ayudar a fundir los espíritus en la caridad, puede ser origen de malestar, de disipación, de deterioro de lo sagrado, cuando no de división en la misma comunidad de los fieles.

En el discurso que el Papa Pablo VI dirigió a las religiosas participantes en el Congreso Litúrgico - musical celebrado en Roma del 13 al 15 de abril de 1971, el Papa expresa su gratitud, admiración y aliento a las religiosas que animan el canto en sus comunidades y parroquias. Les da las gracias, además, porque a su consagración total a Cristo han añadido este objetivo magnífico, el de ser educadoras en el canto y la liturgia; donde las almas se funden en el amor a Cristo, viven sus misterios, llevan consigo su irradiación luminosa y la impresión de alegría y paz, con miras a poder transformar la propia vida y a influir en toda la comunidad eclesial. El ser animadoras del canto y la liturgia en la parroquia es, por tanto, según Pablo VI, una obra de apostolado verdadero, grande y necesario. Aquí un extracto de su discurso:

Sensus Ecclesiae significará para vosotras beber en la obediencia, en la oración y en la vida interior las razones altas y elevadas de vuestra actividad musical.

Sensus Ecclesiae significará también estudiar a fondo los documentos pontificios y conciliares para estar continuamente al día sobre los criterios que regulan la vida litúrgica.

Sensus Ecclesiae querrá decir, finalmente, ilustración en todo lo concerniente a la música en la liturgia: no todo es válido, no todo es lícito, no todo es bueno. Aquí, «lo sagrado debe unirse a lo bello», en una armoniosa y devota síntesis que permita a las diversas asambleas, según su capacidad, expresar plenamente su fe, para gloria de Dios y edificación del Cuerpo Místico.

Sensus Ecclesiae significa saber realizar una selección cuidadosa, sabia, imparcial, de los cantos sagrados, orientados por las normas de la Iglesia, por la sensibilidad litúrgica y por la educación del gusto, de manera que lleguen a formar un corpus de cantos litúrgicos que estén en los labios y en el corazón de los fieles.

Sensus Ecclesiae significa saber escoger aquellos cantos cuyos textos están de acuerdo con la doctrina católica, mejor aún, «cuyos textos estén tomados preferentemente de las Sagradas Escrituras y de las fuentes litúrgicas» (véase SC, 121). Y colocarlos en su momento ritual concreto.

Sensus Ecclesiae significa saber escoger aquellas melodías que no se inspiren solamente en la moda, tan mudable como carente de valor espiritual y artístico, sino aquellas otras que a su carácter concreto y práctico unan la dignidad del arte y la sensibilidad de la oración; que tengan, en definitiva, la suficiente unción religiosa para que por medio de ellas el creyente ore, alabe a Dios y lo celebre en su asamblea santa, la Iglesia.

Dejemos atrás tantos estribillos que son relatos y costumbres, más bien en forma de «slogan» que de oración. En las celebraciones litúrgicas de la Iglesia, «¡Cantad el cántico nuevo!, nada de viejos estribillos. ¡Cantad los cantos de amor de vuestra Patria!, nada de viejos estribillos. ¡Ruta nueva, Hombre nuevo, Cántico nuevo!». (San Agustín, Enarr in Ps. LXVI,6)

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