El Canto Procesional de Ofrendas

En un principio, la presentación de las ofrendas se hacía en silencio.

Ya desde el siglo IV se introdujo la costumbre de cantar un salmo en el modo antifonal.
Tuvo su origen en Cartago (África) y pronto pasó a Roma.

No tardó en sustituirse la forma antifónica por un canto responsorial, tal vez para facilitar a los cantores la participación en la procesión, tal vez porque para expresar la alegría de la fiesta se conseguía más fácilmente con las melodías.
 
Posiblemente esta fue la razón de cortar el salmo para ganar tiempo y cantar los versículos con melodías más ricas y repetir como estribillo la antífona. A partir del s. XI se fue reduciendo el salmo hasta quedar sólo la antífona.

Melódicamente es la pieza en que los cantores ponían mayor virtuosismo en la ejecución.

La música en la presentación de los dones
La presentación de los dones (comúnmente llamada ofertorio) no es para ofrecer, sino para preparar la mesa del altar después de la liturgia de la Palabra, antes de proceder a la liturgia eucarística propiamente dicha.

Por tanto, es un momento de serena distensión y reposo, un espacio contemplativo.
Las posibilidades musicales para este momento son muchas:
  1. un canto procesional que acompañe la presentación de los dones;
  2. que el coro interprete una pieza gregoriana o polifónica mientras el pueblo escucha y contempla el altar;
  3. que el órgano suene como solista (hay una rica literatura musical para este momento: por ejemplo, los ofertorios para órgano de Cesar Franck, Leon Boéllmann con sus Horas místicas o los Cantos íntimos de Eduardo Torres, entre otros);
  4. que un solista interprete una canción;
  5. que haya silencio musical y silencio verbal como interiorización de la asamblea y preparación para la alabanza eucarística.
Lo más aconsejable sería no cantar un canto colectivo. O silencio musical o música instrumental.

Si cantamos, tendríamos que cuidar mucho que el texto del canto haga referencia a la presentación de dones para la eucaristía: el pan y el vino.
Junto a estos dones podemos presentar interiormente nuestros dones más espirituales: la esperanza, el amor, nuestros gestos de solidaridad con los necesitados.

Es un dato folclórico y poco litúrgico la procesión con:
  • los distintos frutos del campo,
  • trabajos manuales del grupo,
  • Biblias (cuando ya tenemos allí la palabra de Dios),
  • libros (simbolizando nuestro compromiso de estudiar),
  • guitarras (que simbolizan nuestra alegría y juventud),
  • jaulas abiertas (que expresan nuestro deseo de libertad), etc.

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