"Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos como un instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede añadir un esplendor admirable a las ceremonias de la Iglesia, levantando poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales.
En el culto divino pueden ser admitidos otros instrumentos, a juicio y con el consentimiento de la autoridad territorial competente, siempre que sean aptos o puedan adaptarse al uso sagrado, convengan a la dignidad del templo y fomenten realmente la edificación de los fieles" (Vaticano II, Constitución Conciliar sobre la Liturgia. Capítulo VI, n. 120)
En el diálogo permanente entre Dios y los hombres que tiene lugar en la liturgia, el hombre responde de manera activa y, entre otros modos, lo hace por medio de la música y el canto, los cuales permiten crear un lenguaje sagrado; y las palabras rituales únicamente encuentran su forma perfecta en el arte musical.
Otras artes - como por ejemplo la arquitectura, la escultura, la pintura o el arte de los vitrales - están presentes en el espacio de una manera estática, pero, por modesto que sea el edificio, la música sacra acompaña y refuerza la acción litúrgica durante todo su desarrollo.
El músico de iglesia es el encargado de crear las condiciones para que el pueblo reunido se encuentre con Dios.
Desde hace más de diez siglos, el órgano - en cualquiera de sus formas actuales de transmisión (mecánica,. neumática y eléctrica) - ha estado el servicio de la música en occidente, y más concretamente en nuestra iglesia latina, Esto ha hecho que se haya convertido en un instrumento tradicional e insustituible en las celebraciones litúrgicas.
Numerosas formas musicales que le son propias se han inspirado en la acción litúrgica.
Desde antes de Bach hasta nuestros días son muchos los organistas que han descubierto el papel del órgano en su intuición religiosa y en su vida de creyentes. Además, a menudo los organistas han sido compositores prolíficos de motetes, cantatas„ música y cantos religiosos; como intérpretes y directores han hecho elevar la alabanza de los hombres hacia Dios.
La multiplicidad de sonidos del órgano y su capacidad de mezclarlos le hacen un instrumento con un manifiesto carácter comunitario: es un sirnbolo vivo de la unidad en la diversidad y llama a toda la comunidad cristiana hacia esta unidad.
Desde la Edad Media el Órgano se ha convertido en un instrumento característico de la plegaria en Occidente, más que ningún otro instrumento.
Más allá de su aspecto especificamente utilitario permite a cada cultura encontrar su lugar en el culto dado a Dios.
Nacido de la mano de artesanos de Alemania o de España., de Francia o de Italia, el órgano testifica que la iglesia ha acogido en su liturgia un gran número de culturas.
También es cierto que muchas iglesias no tienen órgano de tubos, pero las personas que se ven obligadas a tocar otros instrumentos de tecla son herederos de esta larga tradición.
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