Salmo 23 (En liturgia 22) - El Buen Pastor

He aquí un bello poema, en el cual el poeta ensalza la imagen de Dios como "pastor", para pintar el cuidado solícito que Dios tiene de sus fieles. Las experiencias que narra el salmo las gozó el pueblo de Israel y las vivimos también nosotros.

Esta es una lección de tranquila confianza en Dios, que protege a quien confía en El y le provee de lo necesario.

Dios como un pastor solícito y amoroso busca para sus fieles los mejores alimentos espirituales, los lleva por caminos seguros, da descanso a sus almas como a un rebaño fatigado de un largo caminar.

Aunque a veces el espíritu tiene que pasar por "valles oscuros", no teme porque sabe que Dios le acompaña. Dios le presenta la doble mesa, la de la Palabra Divina y la Eucaristía y el "cáliz" de su amistad divina.

Aunque rujan los enemigos en frente, el alma creyente tiene la seguridad de que la bondad y la misericordia del Altísimo le acompañarán sin cesar y le alegra la esperanza de que habitará en la Casa de Yahvé para siempre en el cielo.

El llamar a Dios "pastor" es sumamente frecuente en la Santa Biblia. Es símbolo del interés sin límites que Nuestro Señor demuestra por cada uno de nosotros y de la confianza total que debemos depositar en El. Aquí en este salmo aparece el Señor verdaderamente como "Emmanuel", o sea "Dios con nosotros". Es un Dios que camina a nuestro lado momento por momento y se canta la felicidad de estar junto a un pastor tan solícito y poderoso.

Y mucho más ahora que el Hijo de Dios se ha hecho personalmente pastor de las ovejas y las va llevando al oasis definitivo del Paraíso Eterno acompañándoles paso a paso en las dificultades de la vida.

Este salmo es como un preludio a los consejos maravillosos que Cristo dio a sus amigos: "No os afanéis. Mi Padre sabe todo lo que necesitáis. El que cuida de las aves y de las flores, ¡cuánto más cuidará de vosotros! (Mt. 6 - Lc. 12).

SALMO 23 (En liturgia 22) - TU SEÑOR ESTAS CONMIGO
Yahveh es mi pastor, nada me falta.
Por prados de fresca hierba me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce, y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre.

Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan. Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios; unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa.

Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa de Yahveh a lo largo de los días.

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