El Señor es mi luz - Albert Taule

Qué pretenden estas canciones. Por parte del texto, reaccionar frente a un exceso de subjetivismo y piedad personal que ha venido introduciéndose en la producción de nuevos cantos religiosos.

La celebración litúrgica es un acto comunitario: lo común tiene que predominar sobre lo particular. Por otra parte, los textos tienen que ser sólidos, con contenido bíblico y teológico, ya que así se convierten en una excelente catequesis de los misterios que se celebran.

Este disco contiene, por una parte, salmos, algunos de ellos con adaptaciones en el texto para darles mejor forma de canción; hay también algunos himnos de la Liturgia de las Horas, con textos de reconocida calidad; finalmente hay otros textos originales, la mayoría de los cuales son la versión al castellano de unos himnos que Juan Soler Amigó preparó para la edición en catalán de la grabación titulada "De bat a bat".

Por parte de la música se ha pretendido hallar la confluencia entre el canto tradicional y el más rítmico que se utiliza en los últimos tiempos.

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EL SEÑOR ES MI LUZ (Salmo 26)
El texto está constituido por una selección de versículos del salmo 26, que expresan la confianza que el creyente experimenta al estar bajo la protección de Dios. El símbolo principal es el de la luz. Luz que da a la vida un sentido, unos horizontes, una seguridad. Es también presencia de Dios (estr. 1), compañía (estr. 2), camino y eternidad feliz (estr. 3).

PALABRA QUE FUE LUZ (Adviento-Navidad)
La Palabra de Dios hizo la luz el primer día. Fue Revelación a través de los profetas (estr. 1 y 2). Pero al llegar la plenitud de los tiempos, la Palabra habitó entre nosotros (estr. 3) asumiendo nuestras alegrías y dolores (estr. 4) para que un día podamos pronunciar nuestro «Amén», nuestro «Sí» definitivo, como respuesta a esta Palabra salvadora que nos llama a compartir su Vida para siempre (estr. 5).

ESTE ES EL DIA DEL SEÑOR (Canto de Entrada)
La Liturgia nos convoca a celebrar el Día del Señor, tiempo de misericordia, tiempo de conversión (estr. 1), de consagración del pueblo como sacerdotal estirpe (estr. 2), de superación de la esclavitud y del destierro (estr. 3); tiempo de reconocer la presencia vivificante de Dios en medio de su pueblo (estr. 4).

RESUENE EL CLAMOR (Iglesia)
La Iglesia, pueblo de Dios está en marcha por un desierto de lucha y dolor, como en el antiguo Exodo (estr. 1), pero una gran esperanza va transformando su cruz de cada día en gloria (est. 2) porque el trabajo creador del cristiano va transformando el mundo (estr. 3). La Iglesia es sal, levadura y luz para los hombres (estr. 4). Por eso cantamos a Dios (estr. 5).

SI ME AMAS (Ordenación sacerdotal; ministerios eclesiales)
Este texto combina varios textos del Evangelio de San Juan. Por una parte, la misión dada por Cristo a San Pedro, que hoy asumen el Papa, los Obispos, Presbíteros y Diáconos. Y también aquella expresión, que recoge el estribillo, tomada de Juan, 10,18: a imitación de Jesús, el discípulo entrega su vida libremente, por amor. Los versículos se inspiran en la alegoría del buen pastor (Juan, 10).

BRILLA LA LUZ (Pascua)
Luz del alba de Pascua, sepulcro vacío. primavera: renace la vida (estr. 1), Cristo resucitado es el Cordero dei Apocalipsis que rompe los siete sellos del libro de la historia para darle todo su sentido (estr. 2). La decepción de los discípulos de Emaús se convierte en fe y en alegría cuando Jesús parte el pan (estr. 3). La fe es nuestra luz. El Espíritu nos acompaña tannbién a nosotros y nos impulsa en el camino (estr. 4). Somos Pueblo de Dios reunido en asamblea. Cristo resucítado está entre nosotros (estr. 5). Por eso salimos al mundo proclamando la victoria de Cristo. En el día octavo, como en una nueva creación, todo recomienza.

OH DIOS, TU ERES MI DIOS (Salmo 62; Oración de la mañana)
Una nueva selección de versículos (esta vez del salmo 62) nos permiten identificarnos con el salmista que, desde el amanecer, busca a Dios, igual como la tierra reseca desea el agua (estr. 1). La experiencia de la presencia de Dios nos impulsa a la alabanza (estr. 2 y 3). y nos hace estar seguros de su protección (estr. 4).

ESTE ES EL TIEMPO EN QUE LLEGAS (Adviento; Oración de la noche)
La parábola de las diez vírgenes, cinco prudentes y cinco necias, está magníficamente versificada en este himno (estr. 1-3). Nosotros queremos estar siempre velando (estr. 4) para ser dignos de tener un puesto en la mesa del Señor (estr. 5).

DIOS ES FIEL (Cuaresma)
Un canto de cuaresma no tiene por qué reducirse al tema penitencial. La cuaresma de Jesús en el desierto nos recuerda el Exodo, cuarenta años de purificación para el pueblo elegido. Nos recuerda la Alianza y los Profetas (estr. 1), la ilusión puesta en el camino hacia la tierra prometida (estr. 2), la tentación de volver atrás y la fuerza del Espíritu para superarla (estr. 3). Pero todo aquello no era sino figura del nuevo pueblo de Dios que, hoy también, lucha afanosamente por conseguir una nueva tierra, más fraternal, que mane leche y miel, fruto del trabajo colectivo (estr. 4), la mirada siempre puesta en Jesús que entró en la Tierra Prometida definitiva pasando por la cruz (estr. 5).

HIJA DEL PUEBLO (Virgen María; Adviento)
María, joven doncella, hija del pueblo de Israel, se convierte en Madre del Amor Hermoso (estr. 1). Los dones y privilegios con que Dios la adornó se describen utilizando simbólicamente algunas expresiones del Antiguo Testamento: morena y hermosa, gracias al Sol que es Dios mismo (estr. 1); vestida de oro y plata (estr. 2); saciada con trigo y aceite, leche y miel (estr. 3); jardín reservado, en Belén la Casa del Pan Jesús nos dará después la Eucaristía (estr. 4). María, con la lámpara encendida, virgen prudente, siempre receptiva, hará posible el nacimiento del Salvador (estr. 5).

QUEDATE CON NOSOTROS (Comunión; Oración de la noche)
La petición de los discípulos de Emaús al misterioso compañero caminante ha inspirado este bellísimo himno de súplica para que el Señor se detenga con nosotros y no pase de largo en nuestro camino (estr. 1); si comparte con nosotros su Eucaristía experimentaremos su presencia (estr. 2); es necesario, sin embargo, que este fuego vivo no se apague (estr. 3); ello sólo será posible si el Espíritu arroja en nuestras manos sus ascuas encendidas y nos limpia hasta lo más hondo de nuestro corazón (estr. 4).

ALELUYA. ALABAD AL SEÑOR (Salmo 150)
El salmista nos invita a unirnos a la alabanza divina con todas nuestras fuerzas, con todos nuestros recursos, con todos nuestros instrumentos musicales.

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