Salmo 40 (En liturgia el 39) - Canto de gratitud y petición de auxilio

He aquí un salmo que tiene un doble fin: dar gracias por favores recibidos y suplicar auxilio para nuevas calamidades.

Después de haber pasado por graves tristezas y peligros se eleva una viva acción de gracias al buen Dios por sus inmensos favores y se implora su protección para nuevos peligros. Se narra como estando en situación muy peligrosa se recibió la ayuda Divina por haber puesto su esperanza en Dios. 

Los testigos de tan prodigiosa ayuda se animaron a reverenciar el poder de Dios y a confiar en El. 

Entusiasmado exclama el salmista: "Dichoso el que ha puesto su confianza en el Señor" y en acción de gracias le promete que su lengua será evangelizadora: propagandista de la religión; que no callará los beneficios recibidos de Dios. 

Luego pide con vehemencia que el Señor venga en ayuda de quien tanto lo necesita; y termina con un bello epílogo: aunque soy pobre y desdichado, sé que el Señor cuida de mí. ¡Oh Señor no tardes en venir a ayudarme!

SALMO 40 (En liturgia 39) - ACCION DE GRACIAS
1 Del maestro de coro. De David. Salmo.
2 Yo esperaba impaciente a Yahvé:  hacia mí se inclinó y escuchó mi clamor.
3 Me sacó de la fosa fatal, del fango cenagoso; asentó mis pies sobre roca, afianzó mis pasos.
4 Puso en mi boca un cántico nuevo, una alabanza a nuestro Dios; muchos verán y temerán, y en Yahvé pondrán su confianza.
5 Dichoso será el hombre que pone en Yahvé su confianza, y no se va con los rebeldes que andan tras los ídolos.
6 ¡Cuántas maravillas has hecho, Yahvé, Dios mío, cuántos designios por nosotros; nadie se te puede comparar! Quisiera publicarlos, pregonarlos, mas su número es incalculable. 
7 No has querido sacrificio ni oblación, pero me has abierto el oído; no pedías holocaustos ni víctimas, 
8 dije entonces: «Aquí he venido». Está escrito en el rollo del libro
9 que debo hacer tu voluntad. Y eso deseo, Dios mío, tengo tu ley en mi interior.
10 He proclamado tu justicia ante la gran asamblea; no he contenido mis labios, tú lo sabes, Yahvé.
11 No he callado tu justicia en mi pecho, he proclamado tu lealtad, tu salvación; no he ocultado tu amor y tu verdad a la gran asamblea.
12 Y tú, Yahvé, no retengas tus ternuras hacia mí. Que tu amor y lealtad me guarden incesantes.
13 Pues desdichas me envuelven en número incontable. Mis culpas me dan caza y ya no puedo ver; más numerosas que mis cabellos, y me ha faltado coraje.
14 ¡Dígnate, Yahvé, librarme; Yahvé, corre en mi ayuda!
15 ¡Queden confusos y humillados los que intentan acabar conmigo! ¡Retrocedan confundidos los que desean mi mal!
16 Queden corridos de vergüenza los que me insultan: «Ja, ja».
17 ¡En ti gocen y se alegren todos los que te buscan! ¡Digan sin cesar: «Grande es Yahvé» los que ansían tu victoria!
18 Aunque soy pobre y desdichado, el Señor se ocupará de mí. Tú eres mi auxilio y libertador, ¡no te retrases, Dios mío!

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