En la Asamblea eucarística se distinguen claramente cuatro partes: Los ritos iniciales, la Liturgia de la Palabra, la Liturgia Eucarística y los ritos finales o de despedida.
Los Ritos Iniciales sirven para recibir a los fieles y son la apertura de la celebración. Sus objetivos son los de ayudar a formar y sentirse como comunidad y preparar a los fieles a oír y celebrar dignamente la Eucaristía. "Los ritos que preceden a la Liturgia de la Palabra... tienen el carácter de exordio, introducción y preparación" (OGMR 46).
Estos ritos iniciales son los siguientes:
Procesión y canto de entrada: Antes de ponerse en marcha la procesión de entrada hacia el altar para comenzar la Eucaristía el turiferario ofrece al presidente el incensario para que imponga el incienso. La procesión de entrada se solemniza si se inicia desde el fondo de la nave. El orden debe ser: turiferarios, crucífero con dos ceroferarios a ambos lados o portadores de ciriales, siguen los demás ministros y el diácono (si lo hay), que porta el Evangeliario en alto. Si no hay diácono puede portarlo un acólito o un lector instituido, siguen los concelebrantes siempre de dos en dos y el presidente sólo. Cierra la procesión el maestro de ceremonias y los ministros del libro, mitra y báculo (si preside el obispo). Los concelebrantes y ministros, cuando van caminando en procesión o están de pie deben tener ante el pecho las palmas extendidas y juntas, el pulgar de la mano derecha sobre el pulgar de la izquierda formando una cruz. Mientras tiene lugar la procesión, el pueblo entona un canto de entrada, que sirve para abrir festivamente la celebración, fomentar la unión de los fieles y acompañar la procesión
Los ceroferarios, al llegar al presbiterio, han colocado los ciriales en un sitio dispuesto para ello. El Evangeliario se coloca sobre el altar, cerrado. Cuando los acólitos están en el presbiterio han de cuidar de no tener sus asientos en el mismo rango que los diáconos y los presbíteros, no siendo correcto que se coloquen directamente al lado del celebrante salvo que estén sirviendo el libro.
Veneración del altar: como símbolo de Cristo (beso ritual). Todos hacen al llegar reverencia al Altar y el presidente y el diácono, además, lo besan. Igual hacen los concelebrantes, a ser posible de dos en dos. Como norma se puede decir que los servidores que porten algún objeto en las manos están exentos de hace la reverencia (por ejemplo, los portadores de los ciriales). Al llegar al altar el turiferario se coloca a la izquierda y entrega al presidente el incensario para la incensación del altar, la Cruz y la imagen solemnemente expuesta si la hay.
La señal de la Cruz: evoca nuestra iniciación cristiana y se invoca a la Trinidad. El presidente y el pueblo se santiguan.
Saludo a la Asamblea: Se establece aquí un diálogo de comunión entre el Presidente y la Asamblea - El Señor esté con vosotros -...
Monición Inicial: Tiene por objeto explicar e implicar a todos en la celebración. Debe ser breve, incisa y preparada. Puede pronunciarla el presidente u otra persona - monicionista -. La costumbre, a veces observada, de hacer la monición inicial antes de la procesión de entrada no es litúrgicamente correcta.
Acto penitencial: Todos somos pecadores y debemos pedir perdón. Este acto a su vez consta de varias partes:
- Monición, que dice el presidente
- Silencio breve
- Confesión general - Yo confieso...-
- Absolución (que perdona los pecados leves del día pero no tiene la eficacia propia del sacramento de la penitencia).
Existen otras dos fórmulas además de la anterior, consistentes en un breve diálogo y pueden incluir el Kyrie, en cuyo caso no se dice posteriormente.
Los domingos, especialmente en tiempo pascual, se puede sustituir el acto penitencial por la bendición y aspersión del agua bendita, como recuerdo del bautismo.
El Kyrie: "Señor, ten piedad". Tiene carácter doxológico, no es penitencial sino que tiene sentido de aclamación a Cristo y petición de misericordia. Son unas palabras griegas venerables de larga tradición. Se atribuye al papa San Gelasio - fines S. V - su introducción en la Misa.
El Himno del Gloria: No fue compuesto para la Misa. Entró en la Eucaristía para la fiesta de Navidad extendiéndose después a los domingos pero sólo para los obispos. Es un himno trinitario de alabanza. Se le llama también doxología mayor o grandoxología.
La oración Colecta: (colecta=reunir). El sacerdote invita a orar, lee la oración y el pueblo ratifica con un AMEN. La oración colecta se dice tras el Gloria, si lo hay, o tras el “Señor ten piedad”. Es la primera de las oraciones presidenciales.
Mediante esta oración se expresa la índole de la celebración, o sea, el carácter propio del día. Si es solemnidad, fiesta o memoria se suele citar en la misma el santo que celebramos. Se la llama así porque recolecta las intenciones individuales en una sola oración que se convierte en la oración de la Iglesia. También se la llama a veces oración del día o de la Misa. Se considera la oración más importante de las variables y concluye con la fórmula trinitaria más desarrollada.
En épocas pretéritas, cuando los fieles se reunían en una iglesia y se trasladaban procesionalmente a otra para la Misa, era la oración inicial que se rezaba cuando el pueblo estaba reunido. Actualmente, con la oración colecta concluyen los ritos iniciales y se da paso a la Liturgia de la Palabra. La oración colecta es, junto al canto de entrada, la parte más antigua de los ritos iniciales. También se llama colecta a la recaudación monetaria que se hace a favor de los necesitados durante la Misa.
La postura de los fieles durante todos estos ritos es de pie.
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