Es esta una oración para manifestar el deseo de comunicarse espiritualmente con Dios.
Orar con las palabras de este salmo equivale a desear tener la experiencia de tratar amigablemente con Nuestro Señor. Es proclamar que preferimos la gracia y la amistad de Dios aun a la misma vida.
Es declarar que la única felicidad verdadera es la de vivir en buenas relaciones con Nuestro Creador.
Varios santos referían las palabras de este hermoso cántico al deseo de recibir a Jesús en la Eucaristía y acerca de este tema compuso Tomás de Kempis la bellísima cuarta parte de su Imitación de Cristo,
SALMO 63 (En liturgia 62)
1 Salmo. De David. Cuando estaba en el desierto de Judá.
2 Dios, tú mi Dios, yo te busco, mi ser tiene sed de ti, por ti languidece mi cuerpo, como erial agotado, sin agua.
3 Así como te veía en el santuario, contemplando tu fuerza y tu gloria,
4 -pues tu amor es mejor que la vida, por eso mis labios te alaban-,
5 así quiero bendecirte en mi vida, levantar mis manos en tu nombre;
6 me saciaré como de grasa y médula, mis labios te alabarán jubilosos.
7 Si acostado me vienes a la mente, quedo en vela meditando en ti,
8 porque tú me sirves de auxilio y exulto a la sombra de tus alas;
9 mi ser se aprieta contra ti, tu diestra me sostiene.
10 Mas los que tratan de acabar conmigo, ¡caigan en las honduras de la tierra!
11 ¡Sean pasados a filo de espada, sirvan de presa a los chacales!
12 Pero el rey en Dios se alegrará, el que jura por él se felicitará, cuando cierren la boca a los mentirosos.
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