Salmo 56 (En Liturgia el 55) - Confianza en una gran Congoja

He aquí un salmo dedicado a inculcar la virtud fundamental de la confianza en Dios frente a todos los peligros y adversarios, porque como dijo hermosamente San Pablo: "Si Dios está en favor nuestro, ¿quién podrá contra nosotros? (Rom. 8).

El estribillo del salmo es muy hermoso: En Dios confío y no temo. ¿Qué podrá hacerme un mortal?. 

Aquí se pide a Dios que en el Libro donde lleva la contabilidad de los actos humanos (Ap. 13) anote lo que estamos sufriendo y que en el odre donde recoge las lágrimas de sus amigos guarde las nuestras para acordarse de venir a ayudarnos. 

Termina el salmo prometiendo a Dios que en acción de gracias por su auxilio cumpliremos las promesas que le hemos hecho. Así se cumplirá lo que dice el libro del Eclesiástico: "Quien agradece un beneficio recibido, obtendrá muchos beneficios más".

SALMO 56 (En Liturgia 55) - CONFIANZA HEROICA

1 Del maestro de coro. Según: «La opresión de los príncipes lejanos». De David. A media voz. Cuando los filisteos se apoderaron de él en Gat.

2 Misericordia, oh Dios, que me pisan, me atacan y me oprimen todo el día.

3 Todo el día me pisan mis enemigos, son muchos los que me atacan desde la altura.

4 El día en que temo, en ti confío.

5 En Dios, cuya palabra alabo, en Dios confío y ya no temo, ¿qué puede hacerme un mortal?

6 Todo el día retuercen mis palabras, sólo planean daño contra mí;

7 se conjuran, se ocultan, siguen mis pasos, tratando de acabar con mi vida.

8 ¿Escaparán después de tanta iniquidad? ¡Abate, oh Dios, a los pueblos con tu cólera!

9 Tú llevas la cuenta de mi vida errante, ¡recoge mis lágrimas en tu odre!

10 Entonces retrocederán mis enemigos el día en que te invoque. Yo sé que Dios está por mí. 

11 En Dios, cuya palabra alabo, en Yahvé, cuya palabra alabo,

12 en Dios confío y ya no temo, ¿qué puede hacerme un mortal?

13 Cumpliré, oh Dios, los votos que te hice, sacrificios te ofreceré de acción de gracias,

14 pues rescataste mi vida de la muerte, para que marche en la presencia de Dios iluminado por la luz de la vida.