La selección de los cantos en la Liturgia

Este es un tema que merece estudio. Estamos todos convencidos que tenemos un gran repertorio, en lineas generales, muy útil y de calidad para la mayoría de ocasiones. De hecho hay que agradecer a los compositores un gran esfuerzo en este sentido.

Pero en la práctica no se usa. Y si se usa no se usa siempre correcta y adecuadamente.

Los responsables del canto de las distintas asambleas, a la hora de programar los cantos de las celebraciones, piensan aún muchas veces en el canto como "adorno". No se preguntan qué hay que cantar, sino qué vamos a cantar. Y se piensa más en aquella melodía o texto porque nos gusta, o porque es fácil, y no en cuál es la más adecuada, o más propia.


Se ha perdido el concepto de "Misa cantada". El mismo sacerdote que preside la celebración nunca, o casi nunca, canta lo que a él le corresponde: los saludos e invitaciones a la aclamación, el prefacio, las oraciones, etc.

Muchas veces el uso o no uso de un canto ha venido también condicionado por su inclusión, o no, en los distintos cantorales publicados.

Creo que ya es hora de que los responsables del canto de nuestras asambleas litúrgicas, cuando escojan el repertorio a utilizar, piensen sobre todo en lo más adecuado a cada celebración, y a cada momento de la celebración.

Ya no debería darse el caso que un mismo canto se utilice en días y momentos distintos.

Tampoco debería darse el caso de que, por ejemplo, el día de Pascua se cante todo o casi todo y se olvide la Secuencia propia del día. O que el canto "Donde hay caridad" (Ubi caritas), se cante cualquier día del año, menos el Jueves Santo, que es donde está colocado en el Misal Romano para el momento de la presentación de las ofrendas.

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