Salmo 28 (En liturgia el 27)

Es una súplica anhelante para que no nos suceda como a los enemigos de Dios a los cuales esperan los más duros castigos.

Y a la vez el salmo es una acción de gracias anticipadas porque estamos seguros de que Dios nos va a salvar de las situaciones angustiosas por las que nos hace pasar.

Termina con una alegre acción de gracias por la poderosa intervención de Dios en favor de los que le suplican ayuda. La última frase es especialmente hermosa.

SALMO 28 - (En Liturgia 27) - EL SEÑOR ESCUCHA NUESTROS RUEGOS
Hacia ti clamo, Yahveh, roca mía, no estés mudo ante mí; no sea yo, ante tu silencio, igual que los que bajan a la fosa. Oye la voz de mis plegarias, cuando grito hacia ti, cuando elevo mis manos, oh Yahveh, al santuario de tu santidad.

No me arrebates con los impíos, ni con los agentes de mal, que hablan de paz a su vecino, mas la maldad está en su corazón. Dales, Yahveh, conforme a sus acciones, y a la malicia de sus hechos, según la obra de sus manos trátales, págales con su misma moneda. Pues no comprenden los hechos de Yahveh, la obra de sus manos: ¡derríbelos él y no los rehabilite!

¡Bendito sea Yahveh, que ha oído la voz de mis plegarias! Yahveh mi fuerza, escudo mío, en él confió mi corazón y he recibido ayuda: mi carne de nuevo ha florecido, le doy gracias de todo corazón.  Yahveh, fuerza de su pueblo, fortaleza de salvación para su ungido. Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad, pastoréalos y llévalos por siempre.

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