Madre del Amor - Cesáreo Gabaráin

Éste no es un disco más sobre la Santísima Virgen María. El P. Cesáreo Gabaráin (1936-1991), quien en vida compaginaba su actividad creadora con su trabajo pastoral, nos ofrece en este disco su vivencia mariana, tal y como él ama, reza y vive a María desea que lo hagamos también nosotros, expresándolo con los cantos de "Madre del Amor".

Quiere que cantemos a María que como Madre de Dios todo lo puede y como madre nuestra nos quiere como a verdaderos hijos suyos que somos. A ella, que es el camino que Dios recorrió para llegar a los hombres y el camino mas corto y mas bonito que los hombres tenemos para llegar a Dios.

Quiere que cantemos a María tal y como nos la presenta el evangelio trabajadora, humilde, sencilla, sin realizar cosas prodigiosas. Porque la Virgen no es como nos la han presentado y pintado algunas veces entre lujos, acaramelada, demasiado cursi. No, ella es pobre, sencilla, muy cercana a nosotros, parecida a nuestras madres.

A María, que amaba a Dios y a su hijo con un mismo latido, que enseñó a andar y a hablar a Jesús, que reunió en torno a si al pequeño grupo de apóstoles que se preparaba rezando para recibir al Espíritu Santo, a esta madre nuestra que es la mejor maestra de oración, nos invita a que le recemos nosotros también y le pidamos que nos enseñe a amar como ella amó a Dios, a su hijo y como nos ama a cada uno de nosotros.


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Introducciones a los cantos

HOY TE QUIERO CANTAR
Como madre de Dios, todo lo puedes. Como madre nuestra, nos quieres mucho. Dios te eligió para que fueras puente y camino. Puente que une al hombre con Dios, al cielo con la tierra, dulce abrazo entre Dios y el hombre. Eres el camino que Dios recorrió para llegar a los hombres, y el camino más corto y mas bonito que los hombres tenemos para llegar a Dios. Hoy te quiero rezar, y mi plegaria es canción.

BUSCANDO AL HIJO
Cuando Maria y José se dieron cuenta de que Jesus niño no estaba con ellos regresaron inmediatamente a Jerusalén. Le buscaban con ansia, con lógica preocupación e inquietud.
Así debiéramos buscar nosotros a Dios cuando nos alejamos, cuando nos perdemos de El. El mundo de hoy vive angustiado, sacudido por los sobresaltos, temeroso. Ha perdido muchos valores. Tal vez no se ha dado cuenta de que su mayor perdida es haberse alejado de Dios.

TU NO ERES ASI
No me gusta, María, cómo te pintan en muchas estampas como una dama florentina del renacimiento o demasiado acaramelada y cursi. Esos encajes, sedas, perlas. No me gusta esa casa con ricos tapices alfombras, cortinas y un precioso reclinatorio forrado de terciopelo. Eres pobre, sencilla, cercana a mi, parecida a mi madre. No me gusta verte sola, sin tu hijo.

EN TU CASA NO HAY MILAGROS
En tu casa no hay milagros. No hay ángeles cantores ni arcángeles que te ayuden a barrer. Tu, María, como todas las madres, te ocupas de los mil trabajos que hay en una casa. Coses, cocinas, friegas ese ajedrez de las losas y las sombras en el suelo y estas pendiente de los tuyos. Y de cuantos viven en la pequeña aldea, pobre y familiar aldea, Nazaret. La aldea donde Dios es niño, es hombre Un Dios que va aprendiendo en la escuela de un taller.

JUNTO A LA CRUZ
Maria permaneció en la sombra, callada y discreta, durante la vida pública de Jesús. Cuando los milagros clamorosos, cuando la gente le aclamaba como rey. Pero vuelve a aparecer en primer plano cuando su Hijo le necesita. Cuando ya no hay hosannas ni ramos triunfales. El Calvario se ha erizado de odio, resuena con los martillazos y se tiñe de sangre.
Ahi esta la madre. Al pie de la cruz Dolorosa y serena -Mujer ahl tienes a tu hijo Hijo, ahi tienes a tu madre- "Miras al Hijo muerto, me miras luego a mi, Tu me lo diste Vida, yo te lo doy asi".

MARIA DEL EVANGELIO
Dios pudo elegir su propia madre. La adornó con todas las virtudes, la llenó de gracia, la preservó del pecado original Pero no quiso privarla del trabajo y del dolor. El evangelio nos la presenta así, trabajadora, humilde, sencilla, sin realizar milagros, sin pronunciar discursos. Abre su casa y todo su ser a Dios. Y al acoger a Cristo, nos acoge a todos nosotros. María es el surco abierto donde Dios se siembra, para florecer y darnos el fruto de la Redención.

SI UN NIÑO LLORA
Si un niño se cae y esta llorando, veréis que la madre acude en seguida, le levanta del suelo, le limpia le seca las lagrimas, le da un beso. No existe fuerza mas poderosa. No existe amor como ese amor.
En una oración antigua y bellísima le decimos a María: Recuerda, Madre, que jamas se oyó decir que quien acudió a ti buscando protección, quedara desamparado. Tu, María, que eres nuestra madre, nos ayudaras como ayudaste a Jesús.

CAMINANDO
Esta canción es una marcha. También la vida es un caminar constante. Camina María llevando a Dios en sus entrañas. Va de prisa, ligera, queriendo ayudar a su prima Isabel. Camina María cada mañana hacia la fuente, con el cantaro y el Niño.
Los evangelios apócrifos dicen que un ciego le esperaba sentado delante de su puerta:
- Déjame un ratito al niño. Yo te lo cuidare mientras tu vas por agua a la fuente.
El mundo es como ese viejo ciego, con frio en el corazón. Debiera pedir a Maria:
- Dejame a tu Hijo. Traenos a Dios, "Caminaremos por la vida con Dios en nuestro caminar".

UNA BODA EN CANA
Habla una boda en Cana de Galilea. Y faltó el vino. Pero allí estaba Maria, que en seguida se dió cuenta del apuro de los esposos. Y estaba Jesús, a quien su madre, con la mirada, le estaba pidiendo el primer milagro. Las palabras de Maria a los sirvientes son breves y claras:
- Haced lo que El os diga. Es lo que tambien nos dice a nosotros.
Si en nuestras familias estuvieran siempre presentes Jesús y la Madre, seguro que no nos faltaría tantas veces el vino del amor, de la comprensión, del diálogo, del perdón.

ENSEÑANOS A AMAR
María amaba con un mismo latido a su Dios y a su Hijo. Enseñó a hablar a Jesús que era el Verbo. Enseñó a andar a quien era el Camino. Reunió en torno a sí al pequeño grupo de apóstoles que se preparaban rezando para recibir al Espíritu Santo. María es la mejor maestra en la oración ¿Y cómo no?, si en ella hablar con Dios y con su hilo era una misma cosa: Madre, enseñanos a rezar.

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