El salmo 9 es un himno de gracias a Dios por favores obtenidos y una súplica de protección ante nuevos peligros que se presentan.
Se agradece al Señor por haberse constituido en "defensor" de quien ha colocado en El su confianza y se invita al pueblo a bendecir al buen Dios que no abandona jamás a los que en El confían.
Luego se suplica al Todopoderoso que intervenga para que no triunfen los enemigos de la religión (impíos y paganos los llama el Libro Santo).
Quedaba muy bien a los israelitas cantar este salmo porque vivían rodeados de gentes que no adoraban al Dios verdadero y sí atacaban a la verdadera religión y además los que este salmo cantaban eran en su mayoría gentes muy pobres y llenas de aflicciones y peligros. Como casi todos nosotros.
Nuestras circunstancias se diferencian quizás muy poco de las primeras personas que cantaron este bello salmo hace 23 siglos (estamos rodeados de gentes sin religión y a veces enemigas de lo religioso; somos pobres, tenemos muchos peligros, etc.).
Pero el Dios Juez y Defensor sigue siendo también hoy el mismo "Altísimo" que es "Refugio" del oprimido; que no olvida jamás al pobre ni deja perecer la esperanza de los humildes.
SALMO 9
Que mi alma alabe al Señor y proclame todas sus maravillas...
En ti me alegraré y me regocijaré, y cantaré a tu Nombre, oh Altísimo.
Porque mis enemigos retroceden, tropiezan y perecen ante ti.
Te has sentado en tu trono, cual juez justo y has reinvindicado mi causa y mis derechos.
Has abatido a las naciones, has hecho perecer a los malvados y has borrado su nombre para siempre.
Los enemigos fueron aniquilados, arruinados sin remedio; sus ciudades fueron devastadas, perdido su recuerdo. Pero el Señor reina para siempre y establece su trono para el juicio.
Gobernará la tierra con justicia y juzgará con rectitud a las naciones.
El Señor es un bastión para el oprimido, un refugio para los tiempos de angustia.
Que en ti confíen los que veneran tu nombre, porque no abandonas, Señor, a los que te buscan.
Canten al Señor, que mora en Sión, y publiquen entre los pueblos sus hazañas.
Pues pide cuentas por la sangre vertida, se acuerda de los oprimidos y no olvida su clamor.
Ten compasión de mí, Señor, mira cómo me afligen los que me odian.
Sácame de las puertas de la muerte, para que proclame tus maravillas, en las puertas de la hija de Sión,
feliz y agradecido por tu salvación.
En la fosa que cavaron se han hundido los paganos y su pie quedó atrapado en la trampa que escondieron. El Señor se ha manifestado, ha dictado su sentencia, y el pecador quedó atrapado en la obra de sus manos.
Que vuelvan al abismo los malvados, todos los paganos que olvidan al Señor.
Porque no será olvidado el pobre para siempre ni será en vano la esperanza del humilde.
¡Levántate, Señor, que el hombre no triunfe, y sean en tu presencia juzgadas las naciones!
Infúndeles terror, oh Señor, que sepan los paganos que sólo son hombres.
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