El Canto procesional de Comunion

El canto de comunion es el procesional de la misa más antiguo y el que durante más tiempo se ha conservado. Comenzó a introducirse en algunas Iglesias en el s. IV, y en la Iglesia de Roma aparece definitivamente admitido en el s. V.

En los comienzos era siempre el salmo 33 con su antífona «Gustad y ved qué bueno es el Señor». De él nos habla san Jerónimo. A partir del s. VI comenzó a variar de texto, pero continuó cantándose hasta el s. XII durante el desfile de los fieles que se acercan a comulgar.

Al reducirse el número de fie­les comulgantes, el salmo fue perdiendo versos hasta quedar sólo la antífona. Esta antífona a partir del s. XII se cantaba después de comulgar el sacerdote y los fieles, por lo que se la consideraba de acción de gracias y pasó a llamarse postcommunio.

La OGMR (Ordenacion General del Misal Romano) se hace eco de estos dos momentos del canto de comunión:
«OGMR 86. Mientras el sacerdote toma el Sacramento, se inicia el canto de Comunión, que debe expresar, por la unión de las voces, la unión espiritual de quienes comulgan, manifestar el gozo del corazón y esclarecer mejor la índole “comunitaria” de la procesión para recibir la Eucaristía. El canto se prolonga mientras se distribuye el Sacramento a los fieles. Pero si se ha de tener un himno después de la Comunión, el canto para la Comunión debe ser terminado oportunamente.
Téngase cuidado de que también los cantores puedan comulgar en el momento más conveniente.

OGMR 87. Para canto de Comunión puede emplearse la antífona del Gradual Romano, con su salmo o sin él, o la antífona con el salmo del Graduale Simplex, o algún otro canto adecuado aprobado por la Conferencia de los Obispos. Lo canta el coro solo, o el coro con el pueblo, o un cantor con el pueblo.
Por otra parte, cuando no hay canto, se puede decir la antífona propuesta en el Misal. La pueden decir los fieles, o sólo algunos de ellos, o un lector, o en último caso el mismo sacerdote, después de haber comulgado, antes de distribuir la Comunión a los fieles.

OGMR 88. Terminada la distribución de la Comunión, si resulta oportuno, el sacerdote y los fieles oran en silencio por algún intervalo de tiempo. Si se quiere, la asamblea entera también puede cantar un salmo u otro canto de alabanza o un himno

Este himno de acción de gracias es distinto del canto de comunión.
Su duración no depende tanto del tiempo que dure la distribución de la comunión como el anterior.
Su carácter es distinto y ha de ser cantado por toda la asamblea, sin tanto protagonis­mo de solistas o coro. Es un canto para ser compar­tido por toda la asamblea cuando esta no hace un silencio sereno y reposado para saborear y agrade­cer, personal y comunitariamente, el don recibido.

Este himno o canto de acción de gracias es muy apropiado para comunidades pequeñas. Al ser pocos los comulgantes no hay tiempo material para un canto de comunión. Se comulga en silencio y una vez terminada la comunión cantan todos jun­tos el himno.
La música del canto de comunión
  1. El canto de comunión ha de ser un canto sencillo y fácil, que no exija tal atención que nos impida el recogimiento. Una forma musical un tan­to complicada no es apropiada debido a la distrac­ción, movimiento y desorden que se ocasiona al salir de los bancos para acercarse a comulgar.
  2. La forma musical preferida ha de ser la es­trófica seguida, es decir, sucediéndose unas estrofas a las otras. Si escogemos la forma responsorial, es­trofa-estribillo, hemos de cuidar que el estribillo sea sencillo y a la vez contenga en su texto el mensaje central del canto.
  3. También puede ser un estribillo popular con antífonas evangélicas. Así la palabra proclamada se actualiza y se hace realidad en la eucaristía.
  4. El órgano tiene un papel muy importante en el procesional de comunión, acompañando la pro­cesión de los comulgantes, sobre todo cuando el pueblo no canta y se comulga en silencio.
  5. La música elegida para este canto ha de fa­vorecer el clima de recogimiento e intimidad. El rit­mo ha de ser tranquilo y pausado, no estridente. El movimiento lento, acompasado, fluido, cadencioso. El aire de la melodía puede ser variado, pero el an­dante le va muy bien al tratarse de un procesional lento. Tanto en el tono como en el modo no hay preferencias, puede ser mayor o menor, lo importante es que la composición favorezca por su melo­día y por su texto el clima de comunión con Dios y de fraternidad con los hermanos.
Sentido del canto procesional de comunión
El movimiento procesional de la asamblea hacia la mesa común para acoger y recibir el manjar de Dios lleva a su término y hace culminar los otros procesionales de entrada y presentación de dones.
Una asamblea que toda ella camina cantando hacia el centro común es todo un símbolo de la Iglesia que peregrina, con alegría festiva, ahora ha­cia la mesa de la Iglesia; después hacia la mesa del banquete de bodas del Reino.
Salimos de nuestro lugar y caminamos para reci­bir un don que nos es dado gratuita y graciosamen­te. Este don no proviene de la asamblea misma, sino que le es dado como don generoso por parte del Padre Dios que se ha sentado a la mesa con todos sus hijos y a todos alimenta.
Aquí en la tierra nos sentimos dichosos por ser «invitados a la cena del Señor». Un día nos sentire­mos dichosos por estar invitados a las bodas del Cristo glorioso y comer en el reino de Dios.
¡Da­nos, Señor, un puesto en tu mesa!

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