El Libro Poético por excelencia en toda la Biblia es el Libro de los Salmos.
Ninguna colección de cantos de ninguna literatura contiene una riqueza tan abundante y tan exquisita como estos 150 poemas.
En los salmos hay odas de una grandiosidad épica y pequeños poemas de una sencillez encantadora.
Desde el salmo 1 hasta el 150 hay un solo tema que palpita en cada uno de estos himnos: Dios.
De El se habla. A El se le canta; a su misericordia se le pide perdón y a su poderío se le implora protección.
Y en la descripción de la Suprema Belleza de Dios y de su infinito amor ningún otro poeta ha logrado superar en belleza literaria a los autores de los salmos.
Allí se le canta a la grandeza salvaje de los montes y a las costumbres populares de la gente humilde.
Allí se le canta a la historia, a la patria, al mar, a las tempestades y al amor del hogar, y todo con una entonación elevada que llega frecuentemente a las alturas de lo sublime.
Los salmos son la voz de todos los que gimen, adoran, dan gracias y piden perdón.
Más que Pindaro y Horacio, más que Homero y Dante, los salmistas compusieron cánticos inmortales que resonarán en todos los países, a través de todas las edades, para ser el eco de todos los sentimientos y afectos de la humanidad para con Dios.
Así que Dios al darnos este libro de Plegarias ha puesto en nuestras manos las más preciadas joyas de la literatura universal.
Y al recitarlas con detención y cariño no será difícil aún para los menos especializados en literatura, sentir intensa emoción poética, y aspirar cómo un suave espíritu celestial rodea estas composiciones tan impresionantes.
Son tantas las joyas literarias que los salmos encierran, que ellas hieren la imaginación y el sentimiento con la fuerza de una luz que inútilmente trataríamos de buscar en ningún poema meramente humano. Porque aquí es Dios mismo el que nos habla al son armónico de los versos poéticos que El hizo redactar para que sus hijos le canten en todos los tiempos.
El Espíritu Santo, principio de toda belleza, ha inundado de hermosura los himnos que El mismo hizo componer.
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