LA ORACIÓN DOMINICAL: EL PADRE NUESTRO
El Padre Nuestro en el rito de la comunión
Forma parte de los ritos preparatorios a la comunión, siendo el primero de ellos. Por ser la oración del Señor es uno de los tesoros más grandes de la Iglesia.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Moniciones introductorias al Padre Nuestro
El misal propone cuatro formulas introductorias: “Fieles a la recomendación del Salvador…”, la segunda hace alusión a “la alegría por ser hijos de Dios”; la tercera, al “amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones”; y la cuarta a la preparación a la comunión, que es “signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna”
Conclusión de la oración dominical
Al concluir la oración dominical, también se rodea de oraciones conclusivas, como el embolismo “Líbranos, Señor”, dicho únicamente por el sacerdote, el pueblo aclama “Tuyo es el reino…”
La oración dominical
En ella se pide el pan de cada día, con lo que se alude, para los cristianos, al pan eucarístico, se implora la purificación de los pecados, de modo que “las cosas santas se den a los santos”.
“El sacerdote invita a orar, y los fieles dicen, todos a una con el sacerdote, la oración. El sacerdote solo añade el embolismo, y el pueblo termina con la doxología. El embolismo, que desarrolla la última petición de la oración dominical, pide para toda la comunidad de los fieles la liberación del poder del mal” (OGMR 81)
La invitación, la oración misma, el embolismo y la doxología con que el pueblo cierra esta parte, se pronuncian o con canto o en voz alta.
El Padre Nuestro no es un canto a desarrollar musicalmente, pues pertenece al rito de preparación a la comunión. Si admite un tratamiento musical más desarrollado en otras celebraciones.
Si se canta ha de ser de melodía sencilla y lineal, que subraye más la importancia de las peticiones que el ropaje musical. Los modos propuestos por el misal, son muy adecuados.
La recitación pausada-acompasada y, sobre todo, sentida y vivida del Padre Nuestro en la eucaristía tiene su propia sonoridad litúrgica.
Breves notas catequético - pastorales
- Dice quienes somos. “Desde ahora somos hijos de Dios” (Jn 3,2) y tenemos plena autorización por parte del Señor y pleno derecho, por ser hijos, a llamar a Dios “Padre Nuestro”
- La realización más que un canto es una plegaria de salvación, se cantará de modo que resalte la oración sobre la música. Lo más corriente es al unísono y sobre un casi recitativo. Su canto es conveniente cuando la Plegaria Eucarística no es cantada. Se hará recitado, sobre todo, si los presentes no conocen la melodía.
- La postura de muchos fieles es la de orante con las manos abiertas o levantadas, el coro debe evitar el frente a frente con la asamblea.
- A tener en cuenta, “Tampoco es permisible que el texto del Padrenuestro, la oración que nos enseñó el mismo Señor, se altere, se glose o se prolongue con otras consideraciones que, si en otro ambiente pueden ser útiles, dentro de la Eucaristía, donde tiene la función de prepararnos a la comunión, oscurecen su mensaje primordial” (Comisión Episcopal de la Liturgia de España, Septiembre 1987).
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