Salmo 59 (En liturgia el 58) - El Señor es nuestro protector

La persona devota que se siente perseguida, calumniada o incomprendida, sabe que su refugio está en Dios que le ha prometido "Aunque tu padre y tu madre te abandonaren, yo nunca te abandonaré". Al principio del salmo se pide la ayuda de Dios porque los enemigos atacan fuertemente.

La segunda parte es una acción de gracias al Señor por haber intervenido en favor de los que en El han puesto su confianza.

Job dijo que nuestra vida sobre la tierra es como los años de cuartel en tiempos de guerra: fatiga, lucha, enemigos y peligros por todos lados. Pero luchas, enemigos y peligros deben movernos a confiar más en el Dios que nos ama y nos defiende.

El salmo termina prometiéndole a Dios que en acción de gracias por sus intervenciones en favor nuestro lo alabaremos y bendeciremos agradecidos, con toda el alma. Ojalá que así sea.

SALMO 59 (En liturgia 58)
1 Del maestro de coro. «No destruyas». De David. A media voz. Cuando Saúl mandó vigilar su casa con el fin de matarle.
2 ¡Líbrame de mis enemigos, Dios mío, protégeme de mis agresores,
3 líbrame de los malhechores, sálvame de los sanguinarios!
4 Mira que acechan mi vida, poderosos se conjuran contra mí; sin pecar ni rebelarme, Yahvé,
5 sin culpa en mí, corren y se aprestan. Despiértate, ven a mi encuentro y mira,
6 tú, Yahvé, Dios Sebaot, Dios de Israel, álzate a castigar a los paganos, no te apiades de esos pérfidos traidores.
7 Regresan a la tarde, aúllan como perros, rondan por la ciudad.
8 Míralos desbarrar a boca llena, son sus labios como espadas: «¿Hay alguien que nos oiga?»
9 Mas tú, Yahvé, te ríes de ellos, tú te mofas de todos los paganos.
10 ¡Por ti velo, fuerza mía, pues es Dios mi ciudadela! 
11 Mi Dios fiel saldrá a mi encuentro, me hará ver el fracaso de mis enemigos.
12 ¡No los mates, que mi pueblo no lo olvide, dispérsalos y humíllalos con tu poder, Señor, escudo nuestro!
13 Su boca y sus labios profieren engaño, ¡queden presos, pues, en su insolencia, por la blasfemia, por la mentira que vocean!
14 ¡Suprímelos con tu furor, suprímelos, que dejen de existir! Y se sepa que Dios domina en Jacob, hasta los confines de la tierra.
15 Regresan a la tarde, aúllan como perros, rondan por la ciudad.
16 Ahí andan, buscando comida, gruñendo hasta que no están hartos.
17 Yo, en cambio, cantaré tu fuerza, aclamaré tu lealtad por la mañana; pues has sido un baluarte para mí, un refugio el día de la angustia.
18 Fuerza mía, para ti tañeré, pues es Dios mi ciudadela, mi Dios fiel.

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