Salmo 49 (En Liturgia el 48) - El problema de los malos

He aquí un salmo sapiencial, o sea destinado a dar consejos para adquirir sabiduría y prudencia.

Como el 37 y el 73 trata el difícil problema del porqué a los malos les suceden tantas cosas buenas. El profeta salmista recuerda que los bienes que ellos reciben son pasajeros y no pueden librar de los castigos de ultratumba y que en cambio a los buenos, aunque en esta tierra tengan que sufrir, les queda la esperanza de que su premio será muy grande en la eternidad. 

Este salmo es como un preludio del Capítulo 25 de San Mateo en el cual Jesucristo anuncia que en el día del Juicio las gentes serán divididas en dos bandos: los buenos para la eterna salvación y los malos para el fuego eterno. 

Parece que el sabio que lo redactó nos quiere decir: "No se escandalicen porque ahora a muchos buenos les va mal y a muchos malos les va aparentemente muy bien. Los caminos de la Providencia Divina jamás dejardn vida mala sin castigo ni vida santa sin excelente premio". 

Al leer este interesante himno vienen a nuestra memoria las palabras de jesús: "Ay de vosotros los ricos que ya habéis recibido vuestra satisfacción en esta vida, porque después lloraréis y gemiréis" (S. Lucas 6). Alegraos vosotros los que sois perseguidos porque vuestro premio será muy grande en el Reino de los cielos (S. Mateo 5).

SALMO 49 (En liturgia 48) - LO QUE ESPERA AL FINAL DE LA VIDA
1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.
2 ¡Oíd esto, pueblos todos, escuchad, habitantes del mundo,
3 lo mismo plebeyos que notables, ricos y pobres a la vez!
4 Mi boca va a hablar sabiduría, mi corazón meditará cordura;
5 prestaré oído al proverbio, expondré mi enigma con la cítara.
6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos, cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
7 los que ponen su confianza en su fortuna y se glorían de su enorme riqueza?
8 No puede un hombre redimirse ni pagar a Dios por su rescate,
9 (es muy caro el precio de su vida, y nunca tendrá suficiente)
10 para vivir eternamente sin tener que ver la fosa.
11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios, lo mismo que perecen necios y estúpidos, y acabar dejando a otros sus riquezas.
12 Sus tumbas son sus casas eternas, sus moradas de edad en edad, ¡y habían dado su nombre a países!
13 El hombre opulento no entiende, a las bestias mudas se parece.
14 Así andan ellos, seguros de sí mismos, y llegan al final, contentos de su suerte.
15 Como ovejas son llevados al Seol, los pastorea la Muerte, van derechos a la tumba. Su imagen se desvanece, el Seol es su mansión.
16 Pero Dios rescatará mi vida,  me cobrará de las garras del Seol.
17 No temas si alguien se enriquece, cuando crece el boato de su casa.
18 Que, al morir, nada ha de llevarse, no bajará su boato con él.
19 Aunque en vida se daba parabienes (¡te alaban cuando todo te va bien!),
20 irá a unirse a sus antepasados, que no volverán a ver la luz.
21 El hombre opulento no entiende, a las bestias mudas se parece.

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