Salmo 45 (En Liturgia el 44) - Las bodas de Cristo y su Iglesia

El presente salmo es un epitalamio o canto de amor nupcial en el que el poeta celebra muy hermosamente las bodas de un rey famoso por su justicia y santidad y por su carácter divino con una princesa digna de este excelso esposo.

Es una poesía en honor del Rey Supremo, con un elogio para el esposo y para la esposa y los augurios por un éxito total en este amor. Este salmo es Mesiánico: o sea se refiere a la Alianza mística de Cristo con su Iglesia y a la Alianza de Dios con su pueblo.

La Carta a los Hebreos y la tradición cristiana e israelita afirman que el Rey de que aquí se trata es el Mesías y la reina o esposa es la Iglesia. Esto no excluye que el salmista para componer este himno haya tenido en su imaginación la solemnísima boda de un gran rey de Israel con una princesa hija de un rey extranjero.

La belleza de esta poesía está a la altura del tema que trata. 
  • La primera parte del salmo exalta y pondera las cualidades del Esposo y recuerda que El gobernará con justicia a su pueblo y lo defenderá contra sus enemigos.
  • La segunda parte pondera las cualidades y belleza de la esposa. (La Iglesia desde muy antiguo ha preferido éste pasaje para referirse a María y a las Vírgenes cristianas que dedican su vida a Jesucristo)

El preludio es bellísimo y retrata las emociones del poeta cantor al empezar a componer el salmo y de quien quiera rezarlo en honor del Rey Divino y de su Esposa santa. La Iglesia siempre ha recordado como dichas para Jesús las palabras del salmo. "De tus labios se derramo la gracia y el Señor te bendice eternamente"

El Apocalipsis exclama: "Dichosos los invitados a las Bodas del Cordero". La Esposa (la Iglesia) movida por el Espíritu dice: "Ven Señor Jesús" (Ap. 22). 

Respecto de Cristo hay también en esta hermosa poesía una frase que nos debe alegrar y animar: "Tu trono permanece para siempre". Esto nos recuerda que, pase lo que pase, El reina y reinará eternamente.

SALMO 45 (En liturgia el 44) - CRISTO Y SU IGLESIA
1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.
2 Un bello tema bulle en mi corazón; voy a recitar mi poema para un rey: mi lengua es pluma de ágil escriba.
3 Eres la más hermosa de las personas, la gracia se derrama por tus labios, por eso Dios te bendice para siempre.
4 Ciñe tu espada al costado, valiente, es tu gloria y tu esplendor; 
5 marcha, cabalga, en pro de la verdad, la piedad y la justicia; que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos, pierden el coraje los enemigos del rey.
7 Tu trono es eterno, como el de Dios; un cetro de equidad es tu cetro real.
8 Amas la justicia y odias la iniquidad, por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos, desde salones de marfil arpas te recrean.
10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes, la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
11 Escucha, hija, mira, presta oído, olvida tu pueblo y la casa paterna,
12 que prendado está el rey de tu belleza. El es tu señor, ¡póstrate ante él!
13 La ciudad de Tiro llega con presentes, la gente más rica busca tu favor.
14 Aparece, espléndida, la princesa, con ropajes recamados en oro;
15 vestida de brocados la llevan ante el rey. La siguen las doncellas, sus amigas,
16 que avanzan entre risas y alborozo al entrar en el palacio real.
17 En lugar de tus padres, tendrás hijos; príncipes los harás sobre todo el país.
18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones, que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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