El Diaconado Permanente

Desde el Vaticano II los ministerios ordenados son de tres grados: diaconado, presbiterado y episcopado. Como ministerios instituidos quedan el lectorado y el acolitado, como sustitución de las antes llamadas "órdenes menores". La mayor novedad estriba en la creación del diaconado permanente y su apertura a los varones casados.

Para ser ordenado de diácono se requiere ser varón, mayor de 25 años si se es soltero o mayor de 35 años si se está casado y el consentimiento de la esposa en este caso. Si al ser ordenado se está soltero le afecta el celibato de por vida, si está casado y enviuda no puede volver a casarse.

Antes de ser ordenado de diácono (orden que ya pertenece al clero) hay que ejercer los ministerios de lector y acólito y recibir la formación adecuada que en cada diócesis se imparte, además de ser considerado idóneo y digno para recibirlo. Los documenos exigidos los relaciona el CDC nº 1050.

Hoy día el diaconado no tiene necesariamente que conducir al orden presbiterial, aunque todos los presbíteros serán antes ordenados de diáconos.

En cada diócesis hay una delegación diocesana para los ministerios y el diaconado permanente, a cuyo cargo está un delegado. Dirigiéndose a los respectivos palacios arzobispales dan la información adecuada.

Diakonía significa servicio. El diácono es un colaborador del sacerdote y estará al lado del presbítero ayudándole en todo lo referente al misal y al cáliz.

Le corresponde proclamar el Evangelio como cosa propia y la oración de los fieles, las moniciones dirigidas al pueblo y reparte la comunión. Si no hay otros ministros hace lo de los demás. También da la bendición con el Santísimo.
Su vestidura propia es la dalmática y llevan la estola cruzada del hombro izquierdo a la cintura.

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