Este salmo es como una respuesta a las peticiones del salmo anterior.
En aquel se pedían ayudas del cielo y en el presente se reconoce con gratitud que se han obtenido con gran abundancia.
Era un salmo que se cantaba en el templo cuando un jefe volvía victorioso de la lucha por defender al pueblo de Dios. La Iglesia al cantarlo ahora, recuerda con alegría los triunfos que ha obtenido Cristo nuestro Jefe y espera confiada que estos triunfos se repitan en nosotros sus seguidores.
Al recitar el salmo podemos reconocer que muchos de los favores aquí enumerados ya nos han sido concedidos por el Señor, por eso lo rezamos agradecidos recordando las victorias que nos ha permitido conseguir el Señor, Unico Autor de toda victoria espiritual.
Recordemos siempre la bellísima promesa de éste himno: "Quien confía en el Señor no fracasará".
SALMO 21 (En liturgia 20) - UN CANTO DE ACCION DE GRACIAS
Señor, el rey se regocija por tu fuerza, ¡y cuánto se alegra por tu victoria!. Tú has colmado los deseos de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios. Porque te anticipas a bendecirlo con el éxito y pones en su cabeza una corona de oro puro. Te pidió larga vida y se la diste: días que se prolongan para siempre.
Su gloria se acrecentó por tu triunfo, tú lo revistes de esplendor y majestad; le concedes incesantes bendiciones, lo colmas de alegría en tu presencia. Sí, el rey confía en el Señor y con la gracia del Altísimo no vacilará. Tu mano alcanzará a todos tus enemigos, tu derecha vencerá a los que te odian. Los convertirás en un horno encendido, cuando se manifieste tu presencia.
El Señor los consumirá con su enojo, el fuego los destruirá por completo: eliminarás su estirpe de la tierra, y a sus descendientes de entre los hombres. Ellos trataron de hacerte mal, urdieron intrigas, pero sin resultado: porque tú harás que vuelvan la espalda, apuntándoles a la cara con tus arcos. ¡Levántate, Señor, con tu fuerza, para que cantemos y celebremos tus proezas!
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