Salmo 7: Dios es un juez justo

El salmo séptimo está compuesto en su primera parte de peticiones para que el Señor no permita la victoria de los que tratan de hacernos mal. Y en la segunda parte trae una serie de enseñanzas acerca del triste fin que espera a quien se dedica a hacer males a los demás.

Los que se dedican a vivir en amistad con Dios tendrán incomprensiones porque la gente del mundo no aprecia los valores religiosos. Por eso hay que implorar constantemente la ayuda de Dios para no desanimarse ante los desprecios de los "no piadosos".

Pero los pecadores tienen también que recordar los graves males que les van a sobrevivir por sus maldades y recordar aquella frase famosa de la S. Biblia: No digas: "He pecado y qué me ha pasado?" Porque Dios es misericordioso pero también castiga (Eclesiástico 5, 4-7).

Cuando el Señor nos concede victorias no olvidemos darle gracias y cumplamos lo que prometen las dos últimas frases de este salmo.

SALMO 7
Señor, Dios mío, en ti yo me refugio, líbrame de mis perseguidores, sálvame.
No sea que me atrape como un león, y me arrastre sin que nadie me salve. 
Señor Dios mío, si he actuado mal, si ha manchado mis manos la maldad, si he devuelto mal por bien, o despojado sin razón a mi contrario, que mi enemigo me persiga y me alcance, que aplaste mi persona contra el suelo y esparza por el polvo mis entrañas.

Enójate, Señor, y ponte de pie, haz frente al furor de mis opresores.
Despiértate, oh Dios, para abrir el juicio. Que la asamblea de las naciones te rodee, y presídela tú, desde lo alto. Tú que juzgas a las naciones, proclama, Señor, mi rectitud y reconoce mi inocencia.
Pon fin a la maldad y a los malvados, y fortalece tú al justo, pues las mentes y los corazones tú sondeas, tú que eres un Dios justo. Dios es el escudo que me cubre, él, que salva a los de recto corazón. 

Dios es un juez justo, atento siempre para castigar.
Arrepiéntanse, o tengan cuidado:
El Señor tiene su espada afilada, su arco tenso y la flecha apuntando.
Tiene en su mano, siempre preparadas, armas mortíferas y flechas encendidas. 
Miren al hombre preñado de malicia: Concibe la desgracia y da a luz el fracaso 
Cava una fosa y la hace profunda, pero en la trampa que ha hecho caerá. 
Su maldad le recae en la cabeza y le rebota en la cara su violencia. 
Yo alabaré al Señor por su justicia y cantaré al Nombre del Altísimo.

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