Podemos dar a nuestro proceso de crecimiento en la vida cristiana una estructura similar a la que tiene el Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) publicado en 1992, en torno a cuatro “pilares”
• La profesión de la fe bautismal (el símbolo de la fe o “Credo”).
• Los sacramentos de la fe.
• La Vida de fe (los Mandamientos).
• La oración del creyente (el Padre Nuestro).
“La segunda parte del catecismo expone como la salvación de Dios, realizada una vez por todas por Cristo Jesús y por el Espíritu Santo, se hace presente en las acciones sagradas de la liturgia de la iglesia, particularmente en los siete sacramentos.” (CEC 14).
Los sacramentos son signos eficaces de la gracia instituidos por Cristo y confiados a la iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina.
Los Sacramentos son instituidos por Cristo, acomodándose a nuestra naturaleza humana. Hay una cierta semejanza entre las etapas de la vida natural y de la vida nueva de hijos de Dios. Los sacramentos son siete:
- Bautismo, Confirmación y Eucaristía (sacramentos de la iniciación cristiana);
- Penitencia y Unción de los enfermos (sacramentos de curación);
- Orden Sacerdotal y Matrimonio (Sacramentos al servicio de la comunidad).
Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son celebrados, (es decir, la liturgia) significan y realizan las gracias propias de cada sacramento. Dan fruto en quienes los reciben con las disposiciones requeridas.
Los sacramentos obran “ex opere operato”: son eficaces en sí mismos, pues en ellos actúa Cristo confiriendo la gracia, independientemente de los méritos de la persona que los administra.
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