He aquí una oración ante el grave peligro de ser derrotado.
Estamos ante un hecho real aunque doloroso: que en las mismas batallas libradas por la causa del Señor, no todo son triunfos inmediatos.
Dios permite a veces derrotas momentáneas, bien para castigar infidelidades cometidas o para probar y fortalecer la confianza de sus fieles. Pero ni aún entonces deja de proteger con su Providencia a quienes luchan en su nombre y le rezan con toda fe. Así lo afirma este salmo.
La Iglesia de Cristo y los que quieren vivir piadosamente parecen derrotados muy frecuentemente; pero nosotros, más aún todavía que el antiguo pueblo de Israel, contamos con promesas inmortales que no pueden dejar de cumplirse.
Jesucristo dijo: "Yo estaré con vosotros hasta el fin de los siglos. En el mundo tendréis luchas, pero no temáis. Yo he vencido al mundo".
Todos tenemos nuestros momentos de derrota en los cuales podemos decir con este salmo: "Nos hiciste beber vino de vértigo, nos diste la señal de desbandada...". Pero también podremos repetir todas las veces la frase final de este cántico: "Con Dios haremos proezas y actos valerosos, Dios derrotará a los enemigos de su pueblo".
SALMO 60 ( En Liturgia 59) ORACION ANTE EL PELIGRO DE DERROTA
1 Del maestro de coro. Según «El lirio del testimonio». A media voz. De David. Para enseñar.2 Cuando luchó contra Aram de Naharáin y Aram de Sobá, y Joab, de vuelta, derrotó a Edom en el valle de la Sal: doce mil hombres.
3 Oh Dios, nos has rechazado y desbaratado, estabas irritado, ¡vuélvete a nosotros!
4 Has sacudido la tierra, la has hendido; repara sus grietas, pues se desmorona.
5 Sometiste a tu pueblo a duras pruebas, nos diste a beber vino de vértigo.
6 A tus adeptos les diste una señal para que pudiesen escapar del arco.
7 Para que escapen libres tus favoritos, ¡con tu diestra salvadora respóndenos!
8 Dios ha hablado en su santuario: «Repartiré victorioso Siquén, parcelaré el valle de Sucot.
9 Míos son Galaad y Manasés, Efraín, yelmo de mi cabeza, Judá, mi bastón de mando,
10 Moab, la jofaina en que me lavo; sobre Edom tiro mi sandalia. ¡Celebra, Filistea, tu victoria sobre mí!»
11 ¿Quién me guiará a la plaza fuerte, quién me conducirá hasta Edom?
12 ¿No eres tú, oh Dios, quien nos rechaza, y no sales al frente de nuestras tropas?
13 Ofrécenos ayuda contra el adversario, que es vano el socorro del hombre.
14 ¡Con Dios haremos proezas, él machacará a nuestro adversario!
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