Salmo 46 (En Liturgia el 45) - Nuestra Fortaleza es Dios

He aquí otro de los salmos compuestos por aquellos grandes poetas que se llamaban "los hijos de Coré". Es un cántico de subido lirismo, con muy hermosas metáforas y comparaciones, (Lirismo es el arte poético donde predominan los sentimientos nobles y delicados). 

Es una invitación a reflexionar acerca del gran poder que tiene Dios y cómo El sí es eficaz para alejar la guerra y traer la paz. Pudo haber sido compuesto después de que el poderoso Rey Senaquerib trató de tomarse a jerusalen con un inmenso ejército (año 701 a. de Jc.) pero Dios de una manera inesperada lo hizo salir huyendo (2 R. 18)

Aquí se describe la absoluta confianza del pueblo de Dios en la ayuda Omnipotente de su Rey Celestial, aun en los momentos de mayor peligro y angustia. El salmo va señalando las temibles convulsiones de la tierra y del mar y los peligros de la guerra. 

Pues bien: a pesar de todo eso tan tremendamente peligroso, no tenemos miedo porque Dios está con nosotros y El tiene inmenso poder. También en estos tiempos nuestros necesitamos de una confianza, así, porque no todo va bien en el mundo y no todo es fácil en la vida y en la Iglesia. 

Algunos de los males de nuestros días pueden llenarnos de susto y algunas de las Injusticias presentes nos pueden descorazonar, pero más fuerte que todas esas olas y tempestades es nuestro Dios. Este cántico quiere recordar que cualquier intento de los poderes del mal contra el pueblo de Dios se estrellará contra la protección del Señor de los ejércitos. 

Nosotros al rezar tan hermoso salmo afirmamos nuestra confianza en Dios ante las pruebas personales (tristezas, tentaciones, desalientos, incomprensiones) ante las crisis del mundo (revoluciones, devaluaciones, desempleo, droga) y ante los problemas de la Iglesia y queremos repetir siempre: sólo hay uno que es Omnipotente y ese Todopoderoso es nuestro amigo y se llama: "Dios".

SALMO 46 (En Liturgia 45) - EL SEÑOR ESTÁ CON NOSOTROS
1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.
2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,  socorro en la angustia, siempre a punto.
3 Por eso no tememos si se altera la tierra,  si los montes vacilan en el fondo del mar,
4 aunque sus aguas bramen y se agiten, y su ímpetu sacuda las montañas. (¡Con nosotros Yahvé Sebaot, nuestro baluarte el Dios de Jacob!)
5 ¡Un río! Sus brazos recrean la ciudad de Dios, santifican la morada del Altísimo.
6 Dios está en medio de ella, no vacila, Dios la socorre al despuntar el alba.
7 Braman las naciones, tiemblan los reinos, lanza él su voz, la tierra se deshace.
8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot, nuestro baluarte el Dios de Jacob!
9 Venid a ver los prodigios de Yahvé, que llena la tierra de estupor.
10 Detiene las guerras por todo el orbe; quiebra el arco, rompe la lanza, prende fuego a los escudos.
11 «Basta ya, sabed que soy Dios, excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot, nuestro baluarte el Dios de Jacob!

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