Cuando vino para comunicar a los hombres la vida de Dios, el Verbo que procede del Padre como esplendor de su gloria, "el Sumo sacerdote de la nueva y eterna Alianza, Cristo Jesús, al tomar la naturaleza humana, introdujo en este exilio terrestre aquel himno que se canta perpetuamente en las moradas celestiales"(SC 83).
Desde entonces, resuena en el corazón de Cristo la alabanza a Dios con palabras humanas de adoración, propiciación e intercesión: todo ello lo presenta al Padre, en nombre de los hombres y para bien de todos ellos, Él que es Principe de la nueva humanidad y mediador entre Dios y los hombres (OGLH 3).
La Liturgia de las Horas (LH) es la oración oficial de la lglesia; la que ella reconoce como suya.
Es la oración pública y comunitaria del pueblo de Dios. Es oración Iitúrgica. En ésto radica su peculiar valor: LH forma parte de la LlTURGlA TOTAL de la lglesia.
No todo lo que se reza en la lglesia es "Liturgia". Ésta comprende: la Liturgia de las Horas, la Eucaristía, los otros sacramentos, los sacramentales y el año litúrgico.
Esta oración tiene su origen en el ideal que propuso Jesús: la Oración incesante: Es necesario orar siempre sin desanimarse (Lc 18, 1). San Pablo se hizo eco al recomendar: Oren sin cesar (1Tes 5, 17). En el rezo universal de la LH la lglesia, Cuerpo Místico de Cristo, expresa su identidad y su esencia intima: la de ser una lglesia orante, una lglesia en oración.
Es una oración programada por la Iglesia, distribuida a to largo de la jornada. Está programada por la Iglesia, pero en ésta plegaria participa cada uno, y es propia de todo el cuerpo cuando se dicen las oraciones: por eso expresa la voz de la amada Esposa de Cristo, los deseos y votos de todo el pueblo cristiano, las súplicas y peticiones por las necesidades de todos los hombres. (LC 8).
La LH esta compuesta por salmos, himnos, cánticos, preces, oraciones...
Muchos de estos elementos fueron rezados por todas las generaciones cristianas desde los origenes. Precisamente, desde sus origenes (s. II-III), los cristianos procuraron realizar el ideal de la oración incesante estableciendo un ritmo de oración distribuido a to largo del dia.
Las primeras oraciones cristianas a horas fijas fueron las de la mañana y las de la tarde ("al comienzo del dia y de la noche"). Los escritos de cinco autores cristianos (Clemente, Tertuliano, Hipólito, Origenes y Cipriano) confirman que eran "obligatorias".
Había otra serie de oraciones durante el día coincidentes con la división romana del tiempo:
- Tercia (hacia las nueve de la mañana);
- Sexta (hacia las doce);
- Nona (hacia las tres de la tarde).
Estas no eran obligatorias. Más tarde, Hipólito, introduce otros dos tiempos de oración: hacia medianoche, y al canto del gallo.
Está propuesta de oración no estaba dirigida a cristianos retirados del mundo, ascetas, virgenes o viudas; sino a los fieles comprometidos en los trabajos cotidianos, y que tenian que apartarse de los mismos para orar un momento...
La expresión Liturgia de las Horas designa ahora esta oración con preferencia al término tradicional "Oficio divino" que, sin embargo, se ha conservado en los documentos de la Iglesia.
La expresión Liturgia de las Horas designa ahora esta oración con preferencia al término tradicional "Oficio divino" que, sin embargo, se ha conservado en los documentos de la Iglesia.
Es una expresion acertada: señala la naturaleza propia de esta oración eclesial:
Mediante Ia LH, cada cristiano, miembro del Cuerpo de Cristo, se asocia a ese admirable cántico de alabanza que Cristo, Príncipe de la nueva humanidad y mediador entre Dios y los hombres, presenta al Padre en nombre de todos los hombres y para bien de ellos (cfr. SC 83-84).
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